Crea Ilusiones :)

domingo, 2 de agosto de 2015

EnQuijotados

Dime, ¿no te ha pasado?
Te levantas un día y lo ves todo mal. No tienes ganas de nada y parece que te pesa el cuerpo. Espera, que te digo porqué: te has levantado con la armadura puesta.
La armadura es la pieza base de una buena defensa y es por eso que, cuando nos levantamos de mal humor, nos la ponemos. OJO, NOS la ponemos. Porque damos por hecho que la vamos a necesitar. 
Desde el momento que nos levantamos, somos conscientes de que todo lo que nos venga será malo y contraproducente cuanto menos; nada, ni aunque nos digan lo bien que estamos trabajando o lo guapos que estamos hoy, nos hará cambiar de opinión, ya que nosotros mismos nos encargaremos de pasarlo por el filtro de la enajenación y encontrarle un lado malo. 
Bien. Nosotros estamos con nuestra armadura, lanza en mano, dispuestos a todo. "¿Y me lo dices ahora, después de tanto tiempo?" contestas al del trabajo. "Así que hoy estoy guapo... entonces el resto de días qué estoy feo, ¿o qué?" le dices a tu abuela. Sus caras de shock provocan un levantamiento de ceja que reafirma que vas en serio. Y en el fondo, en el fondo oscuro aquel en el que no ves nada, te sientes mal. Pero no puedes evitarlo, son gigantes que van a por ti y tienes que defenderte.


Continúas tu ajetreado día, e incluso días entre constantes batallas con otros tantos gigantes hasta llega uno que te vence. Igual es el más pequeño e insignificante de todos, pero después de todos los demás, verte derribado era cuestión de tiempo. Entonces te quedas en el suelo, y ves como el resto de gigantes a los que supuestamente  habías reducido, se van levantando y se hacen más grandes. Tú, solo ante el peligro, mantienes esa actitud defensiva como un valiente pero en realidad estás asustado. Por supuesto, intentas que no se note, pero se hace cada vez más difícil. 
Todo está perdido pero sientes unos toques sobre el hombro, te giras, diriges tu mirada hacia arriba y ahí está, tu compañero de fatigas sonriéndote como nunca. Te ofrece la mano y tú la miras debatiendo si necesitas ayuda o puedes con ello solo. Miras hacia los gigantes, y tras una última y pequeña meditación, coges la mano amiga y te levantas. Otra sonrisa satisfecha de tu camarada que señala hacia atrás. "Mira". Te giras y "¿qué? ¿cómo puede ser?". Los gigantes han desaparecido. Son molinos. Simples molinos cuyo único peligro se puede dar si te acercas sin una cierta cautela. Pues sí. Es que te has encabezonado tanto con la idea de que son más de lo que parecen y te has empeñado tanto en enfrentarlos tú solo sin atender a razones que... Menos mal que ahí estaba tu fiel compañero. Ese que nunca te abandona pase lo que pase.

A veces creemos que podemos con todo nosotros solos. No pedimos ayuda porque creemos que no la necesitamos o porque creemos que debemos prepararnos por si algún día nos vemos solos de verdad. Tal vez por orgullo, o por no molestar. Son muchas las razones que nos llevan a actuar así. Pero es un error. Un gran error. Que sí, que todos somos muy fuertes y hemos pasado por miles de cosas; que alguna que otra se habrá pasado sola, o no y es lo que pensamos. Pero aseguro una y mil veces que, aceptar que somos débiles, es uno de los mayores actos de fortaleza. Así que ya sabes, querido lector al que agradezco enormemente haber llegado hasta aquí, porque wow qué pesada soy si te ves en apuros y necesitas ayuda, simplemente, pídela.

No hay comentarios: